Cuando nos matriculamos…
Cuando nos matriculamos en esta aventura, cada cual lo hacía con diversas motivaciones, aunque una de las mas comunes era, seguramente, mantener la mente ocupada y en constante entrenamiento. Pisar por primera vez o volver a las aulas de la Universidad, a determinada edad, además de un enorme atractivo, tiene diferencias sutanciales con el pasado, cuando accedíamos en plena adolescencia. A esta edad, entre otras ventajas, se aceptan mejor las críticas, se analiza todo con mayor templanza —nada es blanco o negro pues siempre hay un término medio— se ha superado la fase de envidia y celos por los demás, se aceptan las consecuencias de nuestros actos sin ampararnos o justificarnos en excusas, hemos alcanzado grados elevados en constancia, sinceridad, prudencia o generosidad y… Si decidimos estudiar, lo hacemos para mejorar. En definitiva, somos alumnos con enormes aptitudes y actitud.
Cuando nos matriculamos éramos conscientes de que mantenerse activos mentalmente, resulta fundamental si queremos afrontar la vejez de una manera saludable —y será la única vez que nombre “vejez” puesto que el término y lo que significa esta muy lejos de lo que todos sentimos—. Estudiando pretendemos retrasar el deterioro cognitivo asociado a la edad, mantener nuestra plasticidad cerebral, colmar nuestras aspiraciones de adquirir nuevos conocimientos y continuar aprendiendo, desterrando al mismo tiempo cualquier atisbo de sentimiento de soledad o de ser prescindible para la sociedad.
Cuando nos matriculamos, sabíamos que conoceríamos a nuevas personas, estableceríamos nuevas relaciones sociales y nos mezclaríamos incluso con nuestros jóvenes en una interacción enriquecedora.
Cuando nos matriculamos nos sentimos jóvenes seniors que queremos mirar el mundo que nos rodea, disfrutando al mismo tiempo de las ciencias, las artes o la tecnología, con una fuerza y una ilusión incontenibles. “Disfrutar en el sentido pleno de la palabra, con el asombro que ello produce y la emoción de ser testigos de los logros de la humanidad”
Cuando nos matriculamos lo hicimos porque seguimos soñando.